No hay un límite de tiempo para alimentarse a lo largo de la noche, puesto que esa necesidad cambia conforme los hábitos vitales, práctica de ejercicios físicos, y también personalidad de cada uno de ellos. Con la reducción del ritmo durante el día, el metabolismo se ralentiza y el gasto calorífico de la noche es mucho menor. Esto no quiere decir que engordemos más y que no comamos, solo justifica el cuidado que debemos tener con los comestibles ingeridos y decantarse por una comida nutritiva, ligera y que no influirá en la calidad del sueño.
¿Cuál es la mejor comida de la noche?
Prefiera comestibles de simple digestión y de calidad nutricional, como los hidratos de carbono integrales, raíces, como yuca y papa, cereales como la quínoa, huevos, carnes delgadas, como el pollo y el atún, yogurt desnatada, quesos delgados, plátano, avena, semillas, oleaginosas y vegetales, como hortalizas y verduras.

Prefiere las bebidas con propiedades calmantes y sedantes, como el té de manzanilla, la sidra, o bien aún la leche caliente con canela.
Otros ejemplos ideales para consumir por la noche son, así mismo, las frutas.
Asimismo, hay que prestar atención a la cantidad consumida, puesto que en ese periodo no resulta necesario efectuar una comida con alto contenido en calorías.
¿Qué comida no consumir en la noche?
Las bebidas ricas en cafeína deben excluirse del menú, como es el caso de: café, té verde, té negro, té mate y refrescos; ya que van a postergar la hora de sueño y pueden desencadenar un cuadro de insomnio.
Evite los comestibles grasos y de bastante difícil digestión, como la carne roja y los quesos amarillos; ya que pueden provocar indigestión, sobre todo si tenemos en cuenta que el metabolismo va a disminuir su velocidad de trabajo durante la noche.